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Dos semanas después de las elecciones, y 10 días después de que Joe Biden fuese declarado el ganador tras completarse el escrutinio en todos los estados importantes, Donald Trump sigue sin admitir su derrota. Desaparecido de la mirada pública -solo ha tenido un acto público desde entonces, además de acercarse en coche a una manifestación de simpatizantes-, su cuenta de Twitter revela la última esperanza que le queda: teorías de la conspiración, bulos sobre fraude electoral y llamadas para que los jueces o los parlamentarios republicanos anulen los resultados de los comicios y le declaren ganador en su lugar. Una estrategia que, vista la ristra de fracasos en los tribunales -26 casos rechazados de 27-, no parece tener visos de prosperar.