SALUD
08/05/2020, 08:48
Fri, 08 May 2020 08:48:00 +0200
-
mode_comment
Los que alguna vez han estado ingresados en un hospital, o los que han tenido algún familiar muy cercano en esas circunstancias, ya saben cómo funciona la rutina de la visita del médico. Todos los días, generalmente a la misma hora, el doctor ausculta a sus enfermos y, cama por cama, analiza los resultados, las constantes y verifica que la evolución es la deseable en cada fase de la enfermedad en función de múltiples variables. Antes de despedirse, el médico resume la situación al paciente y a sus familiares: la cosa va mejorando, sigue estable o ha empeorado un poco. Ese último supuesto, quizá animaría a alterar la dosis de la medicación o realizar nuevas pruebas. Y así siempre. Llueva o haga sol. Salvando las siderales distancias, todos los mediodías viene a ocurrir algo parecido delante de las cámaras. El doctor Fernando Simón cursa la lectura de los datos sobre nuevos contagios de la jornada anterior, así como la cifra de ingresados en UCIs y fallecidos. La liturgia recuerda a la referida visita del médico, con un enfermo de la COVID-19 que se llama España y con sus habitantes deseando escuchar buenas noticias. Por ejemplo, que el país avanza por el buen camino, sin recaídas y que el alta no tardará en llegar. Advertidos de lo anterior, el parte médico de este viernes se presume incierto debido a un temido impacto en las estadísticas de la casi una semana de desconfinamiento y alivios. Hoy se verá. Deseamos que la relación entre libertad responsable y salud sea directamente proporcional ¿por qué no?